viernes, 16 de marzo de 2012

Cuerpo y Nada


Entre mi mente y mis pies
hay un hueco profundo
por donde, a veces,
pasa un río,
torrente incontenible de voluntad
lugar perfecto para que los marineros
contrabandeen con mi espíritu.

Es un hoyo negro
donde el tiempo hace nido
y las horas de todos los que han pasado por mí
flotan en el aire
detenidas, sosegadas
danzando el baile de la musa
con millones de granos de arena
y cristales rotos
que me recuerdan:
“Aún hay dolor”.

Es cierto que camino,
mis pies nunca son bloques
marginados en la nada.
Mas adentro,
bajo 40 libras de piel
vibra un murmullo constante
en cada araña que soy
tejedora lúgubre
de motor diesel
que cose tantos pensamientos que nunca he dicho
ni me atrevería decir.

En ocasiones, muy seguidas,
suelta el hilo y en un petardo
me hace gritar lo inasequible.

Es que aquí, en la esfera invisible
pasa tanto de ave migratoria
que deja un recuerdo de peste
y luego alguien toca mi hombro
dice “Buena Suerte” y da la espalda.

Todo se resume a un cuerpo
que guarda cientos de escalones transitados por viajeros de la noche
y en cada paso,
un montículo de polvo aguarda
y suplica a gritos un cese y desista
de esta vida derrochada en cenizas.
También un chicle pisoteado
que es mi esperanza trashumante.

Este cuerpo,
hueco, esfera, nido, río y escalera
y sobre él
pantalla, pintura y hojalata.

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