sábado, 4 de julio de 2009

Postergación

Te odio por no despertarte en las mañanas bajo mis sábanas;
porque no es junto a mí con quien despiertas ni es mi aliento el que te
escupe en las mañanas.
Te detesto por tenerme prisionera en esta cárcel de hueso y tejidos de la que sólo sacas
nada más que a pasear de vez en cuando en tus baños de agua tibia.
Te maldigo por dejarme gobernar apenas algunos pensamientos
y no tu boca, tu piel o tus dedos como a ella le has dejado.
No soy celosa,
es que soy…
esas palabras que a veces logran colarse como obstáculos en tus discursos de seriedad y
academia.
Esos versos arraigados en lóbulos que se amontonan al caer en vertederos cerca de
la zona más profunda del inconsciente.
Soy las estrofas apiladas como bloques donde se sienta la santa madre de los recuerdos; y las metáforas, las alegorías, las antítesis, las símiles y los retruécanos que has
preferido ocultar detrás del alma por donde casi nunca pasas.
Y yo, aquí, observándote sagaz y tentadora
alocada por visitar tus articulaciones lingüísticas.
Bajar deliciosamente desde el lóbulo hasta el túnel de ceguera que llega hasta tus labios.
Quiero llegar allí, húmeda, tibia, suave como una sabrosa vulva entre tus dientes para
que me desvirgues con tu lengua estos deseos de ser poesía.
Llegar a tu garganta y regurgitar en orgásmicas vibraciones.
Temblar tus cuerdas, soplar, soplar el aire para que me agites desde allí una y mil veces
liberando el placer de la musa.
Tengo celos, poeta, porque la amas a ella y a mí me has dejado postergada y subyugada
bajo la finísima piel de tu lengua.

jueves, 11 de junio de 2009

Post Mujer




Esto es lo que soy
una mujer viril
un macho afeminado
un ser indefinidamente ser
un Otro barrado
una “No toda” sujeta a función fálica
una que no es conjunto
ni categoría “La”.
Pero a veces
en su mayoría
soy una que viste una máscara
de amplios pómulos rosados
de labios rojizos o nacarados
de ojos brujos
cejas altas y pestañas long & curl.
Una imitación de otra
que seduce y coquetea
para demostrarle a ellos y ellas
que soy mujer.
No es que sea lésbica
es que simplemente no soy mujer
de esas que van felices por la vida
por llevar cabello largo y tacones altos
la falda corta y las piernas depiladas
el lingerie Victoria’Secret
y un brazilian wax nice.
Es que para ser sincera no soy así
muchas no lo somos.
Es que nos ponemos la máscara
De femme fatale.
Soy simple actriz de feminidad
una performera de mi género
un disfraz consciente de esencialismo vulgar.


20 de abril de 2009

Pollo asado en salsa de ciruela



Ingredientes:
Un pollo entero desde el pico hasta el culo
Una Boca malhablada
Todos los insultos a los dioses
2 galones de Caldo de silencio
Una ciruela grande y redonda
Perejil
Sal y pimienta a gusto
Dos cilindros de gas

Preparación:
Precalentar el horno a 500º F. Tomar la boca malhablada con culantro y cilantrillo para atosigarle el culo al pollo hasta que reviente el jugo verde. Recuerde insertarle luego los insultos a los dioses y la ciruela para que tome un exquisito gusto agridulce. Amarre el culo para que no proceda escatológicamente. Sazonar el pollo si es necesario, el caldo será el que le dé el verdadero sabor. Sostenga el ave por las patas y sumérjalo en el caldo hasta que se ahogue. Corte cebollas y ajo y póngalo dentro del caldo. Espere a que el pollo cante como cisne. Unos días más tarde ya estará bien horneado y sabroso. No olvide, si el pollo fue insolente le tomará unos días, si el pollo era un irreverente maldito podrá tomarse más tiempo en ablandar.

Réquiem del pollo al horno:

Soy poeta censurado
mis malditas dicciones las llevo
en las entrañas
cocidas en mis labios y cachetes
adheridos en los dientes con acero alemán.
Llevo las palabras altisonantes
que estrujé en la cara de otro
palabalas que transgredieron
como tiroteo de esperma los oídos.
Algunas de mis voces en su alumbramiento
se enredaron en cordones de discreción
ahora enseñan las espuelitas
prometen fugarse en cualquier huevo o pataleta.

Mis labios
dos patas de gallina
Mi boca
el culo sodomizado por una ciruela
y tres hojas de perejil.
La lengua
anquilosada
en-callada
en una absurda red de canon, diplomacia, sal y pimienta.
Pronto dejaré de cacarear
cuando me arrastren al horno y se cuezan conmigo
léxico y elocuencia
en la sabrosa salsa de la censura
caldo de ajo, cebolla y silencio.
Sólo espero que al comerme me cague en ellos y en su madre.

martes, 26 de mayo de 2009

Zapatillas



Tembloroso en el abismo del segundo, el dedo encuentra la oscuridad de un mundo inferior al suyo. Regodeándose entre paredes mullidas se desliza, se contonea delicado para no herir. Explora, sólo eso quiere en el momento, entre apretones tibios de ese nuevo mundo. Rojo de intenciones se sumerge, menos tímido, a las profundidades de la caverna encontrando el pozo de barro que hierve incontenible. Esa sima de vergüenza no es más que un altar invertido en desuso. Un deseo subyugado a la idea absurda de la virilidad.

Palabras en la boca



De tu heroica voz, poeta, salen las palabras como mito, como humo, algo así como un rayo que atraviesa la tierra, el alma de cualquiera, incluso la mía. Tus palabras, de tu boca araña, se tejen cual telaraña de sinsabores. Yo las aliento, tú las tejes y se entretejen en mi boca.

Háblame poeta, dime, ensaya en mis oídos, dramatiza tus palabras con sangre desde mis ojos, ahuécalas en mi olfato, caliéntalas en mi piel, cántalas, exprésalas, discútelas, discúrsalas, guíalas, atropéllalas con saliva, conságralas en mi pecho, aúpalas en el corazón de cualquier mendigo literario así como yo. Indícales mi cuerpo y enmárcalas en mis poros. Mójalas en mi vientre y más abajo, sacúdelas.

Poeta háblame poeta, dilucida tus milagros lingüísticos en el altar de mi inocencia, adóralos en el templo de la vendimia de mi ropa, en la espuma fotocromática de las ideas, nuestras ideas.

Palabras poeta, háblame tus palabras, siéntelas en la entrepierna erecta, tibia, deseada, necesitada erección.

Coce con c, cose con s, coze con z y descose asibilando en la epidermis mil vocales, quinientas consonantes africadas, fricativas, nasales, labiodentales. Háblame tus palabras sobre el cuerpo, bien adentro, penetrando húmedas, profundas en el ser y escríbeme un libro en el vientre sin preocupaciones ni cautiverios porque siempre, siempre que quieras yo te publicaré.